La Encuesta sobre Juegos de Apuestas en Adolescentes (EJAA) – Posadas, 2024, es el primer relevamiento realizado en la Provincia de Misiones, orientado a conocer y caracterizar las prácticas de los adolescentes en relación a los juegos de apuestas, a los fines de obtener datos confiables, que inviten a la sensibilización de esta problemática, y al planteo de estrategias de abordaje integral.
La interinstitucionalidad y la interdisciplina fueron el eje de este trabajo llevado a cabo por la Defensoría del Pueblo de Posadas, el Instituto Provincial de Lotería y Casinos Sociedad del Estado, y el Instituto de Estadística y Censo de la Provincia de Misiones.
El presente estudio corresponde a un diseño metodológico cuantitativo, transversal y exploratorio realizado en la ciudad de Posadas durante los meses de agosto y septiembre de 2024. Se seleccionó una muestra de 20 escuelas de nivel secundario
sobre un total de 80 instituciones educativas. Se aplicó una encuesta virtual autoadministrada a un total de 4337 estudiantes de primero a quinto y sexto año, en edades entre 12 y 21 años, a la que accedieron mediante el escaneo de un código
QR.
Pueden ingresar al siguiente link para navegar en los datos y acompañar la siguiente lectura de los datos: https://view.genially.com/673f71ec92d7be5ff65d7434
Este estudio de carácter exploratorio, arroja una prevalencia alta de uso de juegos de apuestas entre adolescentes escolarizados de la ciudad de Posadas, donde 1 de cada 3, ya ha participado en juegos de apuestas.
Los adolescentes entre 15 y 17 años son los que más participan en juegos de apuestas, en tanto que, entre quienes apuestan, los varones son la mayoría. Dentro del grupo de quienes juegan, 2 de cada 5 tuvieron sus primeras experiencias de juego
entre los 10 y 14 años.
En referencia a cómo conocieron los juegos de apuestas, 6 de cada 10 adolescentes escolarizados manifiestan haberlo hecho a través de medios virtuales, tales como redes sociales, publicidad e influencers. La virtualidad se presenta como un canal de
preferencia, incluso para la elección de las alternativas de juego de apuestas, donde la mayoría de los adolescentes eligen las apuestas deportivas y la ruleta dentro de esta modalidad.
El teléfono celular es la principal vía de acceso a los juegos de apuestas para los adolescentes, dato que no puede dejar de vincularse con la edad de obtención del primer celular y las modalidades de uso del mismo. En este sentido, el estudio arroja
que cerca de un 34% obtuvo su primer celular entre los 7 y 10 años, y casi el 58% después de los 10 años; más del 80% manifiesta hacer uso de los mismos sin límites o restricciones por parte de sus padres, madres o tutores responsables.
Asimismo, cabe destacar que, 1 de 4 adolescentes considera que su madre, padre o tutor utiliza en exceso los dispositivos tecnológicos. Estos resultados invitan a reflexionar sobre la importancia de trabajar acerca de los buenos usos de las
tecnologías, abriendo espacios para el diálogo sobre los riesgos a los cuales pueden estar expuestas las poblaciones vulnerables, como los adolescentes, con el fin de promover la prevención del consumo de apuestas.
Si bien al momento de prevenir los juegos de apuestas, es preciso tratar las distintas características e implicancias de esta actividad, también es importante remarcar la diferencia de esta práctica en el entorno online y en el offline. Especialmente, porque dentro de la alternativa online, que es la más elegida por los adolescentes, el usuario puede acceder de forma inmediata las 24 horas del día.
Al indagar sobre las principales razones para apostar, los adolescentes expresan hacerlo porque es divertido, emocionante y para ganar dinero. En cuanto a los lugares para apostar, fueron la propia casa, la casa de amigos y la escuela las opciones más
elegidas.
En relación a la frecuencia de juego, 1 de 4 adolescentes manifiesta apostar todos los días, y en una proporción similar lo hacen al menos una vez por semana. Sobre la cantidad de tiempo destinado a esta actividad en la semana, casi la mitad de los
adolescentes le dedican menos de una hora. En menor proporción pero no menos importante, se encuentran los adolescentes que expresan dedicarle diez horas o más al juego de apuestas.
Sobre la cantidad de dinero destinado a las apuestas, la mayoría de los adolescentes sostiene que utiliza menos de 3000 pesos a la semana, mientras que un tercio apuesta 6000 pesos o más. Al consultarles acerca de cómo obtienen el dinero para apostar, la mayoría manifiesta utilizar el dinero que reciben de sus propios familiares. Más de un tercio expresa haber aumentado, recientemente, la cantidad de dinero y tiempo que le destina a los juegos de apuestas. Un porcentaje similar indica haber mentido u ocultado a familiares y/o amigos sobre su actividad de apuesta.
Al explorar la capacidad de control sobre esta actividad, cerca de 1 de 4 adolescentes que apuestan expresan sentir irritabilidad al momento de interrumpir o pasar varios días sin hacerlo. Y en similar proporción, manifiestan haber fracasado en el intento de controlar o interrumpir esta actividad.
En cuanto al uso de dinero destinado a las apuestas, la mayoría de los adolescentes expresa haber intentado recuperar el dinero perdido, y poco más de un tercio solicitó dinero prestado.
Al ser consultados sobre si perciben que su experiencia con los juegos de apuestas generó alguna consecuencia, poco más de un cuarto de los adolescentes, responde afirmativamente. Entre las principales consecuencias se encuentran los problemas
económicos; seguidos por los problemas físicos, emocionales, familiares y de rendimiento escolar.
Asimismo, cerca de 1 de 7 adolescentes que apuestan admiten necesitar ayuda debido a su conducta con estos juegos. Y en similar tendencia, manifiestan haber considerado el suicidio o la autolesión como consecuencia de esta actividad. Estos resultados, expresan la importancia de fortalecer los canales de información, y los espacios de abordaje integral destinados a esta población, que por su etapa de desarrollo, requiere del acompañamiento de los adultos para reforzar los factores
protectores de la salud, prevenir los efectos que pudieran surgir a raíz de la exposición a consumos problemáticos, y asistir en los casos que fueran necesarios.
En este sentido, resulta clave trabajar sobre propuestas de canales saludables de socialización y esparcimiento, generar estrategias comunicacionales, que por un lado tiendan a derribar las falsas creencias sobre la obtención de dinero fácil y la ilusión de control sobre los juegos de apuestas, y que por otro lado, adviertan sobre los riesgos de esta actividad en la generación de adicciones.
Esto no se puede eludir, cuando la mayoría de los adolescentes consultados muestran una visión positiva sobre los juegos de apuestas; al expresar que los mismos son una forma de ganar dinero fácil, una opción recreativa y/o una forma de socializar. Y casi un tercio no los considera adictivos o bien no están seguros al respecto.
Cada generación expone nuevas formas de vincularse, expresarse, divertirse, y en consonancia surgen nuevas problemáticas que exigen repensar las formas en las cuales se deben abordar los nuevos desafíos. El presente estudio evidenció una
elevada prevalencia de consumo de juego de apuestas por parte de adolescentes escolarizados, lo que resulta preocupante si se considera la evidencia de varios estudios que refieren a que el juego de apuestas en menores de edad aumentaría la
probabilidad de desarrollar una conducta adictiva en la adultez. A partir de esto, es necesario reforzar las distintas líneas de trabajo para la prevención de adicciones, donde las adicciones conductuales integren los esquemas de trabajo, considerando
que comparten rasgos clínicos y correlatos neurobiológicos comunes con las adicciones a drogas (Cabrera Perona et al., 2017; García Ruiz et al., 2016).
Al consultar la opinión de los adolescentes acerca de las posibles medidas a implementar en la prevención de esta problemática, privilegian los talleres y charlas de prevención, los mecanismos de control en medios de comunicación y las campañas de difusión. En menor medida, señalan el uso de inhibidores de señal, y las restricciones de uso de teléfonos celulares en las escuelas.
Esperamos que los resultados de este primer estudio constituyan un aporte para la visibilización y abordaje de una problemática que requiere de la elaboración de políticas públicas del ámbito social, educativo y de la salud, como también sean un antecedente para futuras investigaciones y estudios complementarios que permitan comprender los factores psicosociales, familiares y culturales que influyen en esta problemática.
